domingo, 28 de diciembre de 2014

Aprendiendo a Reconocer la Diferencia entre la Sanidad Y la Manifestación de la Sanidad

Debemos Aprender a Reconocer la Diferencia entre la Sanidad Y la Manifestación de la Sanidad


Muchos creyentes no reciben su sanidad por no darse cuenta de esto. Quieren recibir la manifestación de su sanidad inmediatamente, pero no siempre ocurre así. La Biblia dice que ya somos sanos, pero la manifestación a veces toma un tiempo.

En Marcos 8:22-­25 vemos que Jesús tuvo que orar dos veces por un ciego: “Vino  luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase. Entonces tomando la  mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, les puso las manos  encima, y le preguntó si veía algo. Él, mirando, dijo: veo los hombres como árboles, pero  los veo que andan. Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.”

Jesús tuvo que orar dos veces para que el ciego recobrase la vista. La primera vez el ciego pudo ver, pero de manera borrosa. La segunda vez fue cuando recuperó la vista. Fue una sanidad gradual.

En 1988 estaba en la ciudad de Huariaca, en la sierra del Perú; realizando un seminario acerca de sanidad divina de cómo recibirla y como ministrarla a otros.

Un hermano llegó el día lunes con una severa infección en el labio inferior; su labio estaba tan negro que parecía que tuviese brea. Esa noche lo guíe para que crea que recibía su sanidad. Al día siguiente cuando regreso, la mitad del labio estaba negro y la  otra rosado. El miércoles llego con el labio totalmente rosado. Su sanidad fue gradual.

El me contó que hacía tres meses que estaba con esa infección, y que aunque  había  ido  a  todo  tipo  de  tratamientos  y  recibido  toda  clase  de medicinas no había mejorado.

El recibir la Palabra de Dios fue lo que trajo sanidad para su vida.

En Lucas 17:11-­14 vemos la historia de los diez leprosos: “Yendo Jesús a Jerusalén,  pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando el los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.”

Los diez leprosos no fueron sanados al instante que Jesús les mando ir; sino mientras iban caminando. Eso fue una sanidad gradual.

Esto me recuerda algo que sucedió en 1987 en mi iglesia local “La Palabra de Fe,” cuando se reunían en Miraflores, en la ciudad de Lima.

Al momento de la oración por sanidad; paso una mujer que tenia un prolapso en el estomago, el tumor era tan grande que parecía que la mujer estaba encinta.
Cuando el pastor le impuso las manos, no se vio ninguna señal física, la mujer volvió a su asiento con el prolapso; quince minutos después termino el culto y ella seguía igual. Se quedo un rato en el local conversando con los hermanos, no había cambios en su cuerpo. Luego la hermana se despidió y se fue a su casa, tal como llegó.

De pronto escuchamos un grito en la calle; como a una cuadra de la iglesia, se le  había caído la falda a la hermana. ¿Qué había sucedido? El tumor había desaparecido  de  su cuerpo; el cuerpo de la hermana estaba normal, y la falda ya no le quedaba.

La hermana fue sanada de manera gradual. La manifestación de su sanidad ocurrió unos cuarenta y cinco minutos después que oraron por ella.

Marcos 11:12­-14,20­21 nos explica porque sucede esto: “Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos. Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.”

Pedro  estaba  asombrado  de  lo  que  había  pasado;  el  había visto  la higuera el día anterior, y aparentemente nada había pasado. Sin embargo, al día siguiente estaba seca.

¿Qué había sucedido? Que la higuera se había secado desde sus raíces. Lo  mismo  sucede con  la  enfermedad,  Dios  trata  con  ella  desde  las raíces. Por eso es que puede pasar un periodo de tiempo entre el momento que recibimos la sanidad, y el momento que se manifiesta en nuestro cuerpo.

Por eso, no te desanimes si han orado por ti y aparentemente nada ha sucedido. Mantente firme, creyendo que Dios ya te ha sanado.

Recuerda lo que dice Hebreos 6:11­-12: “Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que nos hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.”

Si ya has orado, o han orado por ti, mantente firme, hasta que veas la manifestación de tu sanidad.

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