Capítulo 7
La Doctrina Acerca de Jesucristo - Parte 1
En este capítulo examinaremos la historia de Jesucristo, quien es, para que vino, que hizo y que está haciendo ahora.
Empecemos por el capítulo 1 del Evangelio de Juan: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. . . Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. . . A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (versos 1-3, 14 y 18).
Aquí Juan nos está hablando acerca de Jesús. Jesús es el Verbo o Palabra (en el griego se usa la palabra logos).
Se nos dice que este verbo existió desde el principio. Cuando estudiamos de la Trinidad vimos que las tres personas de la Deidad estuvieron juntas desde el principio. El Hijo no empieza su existencia al entrar al mundo, solo toma la forma humana.
En Hebreos 10:5-7 dice: “Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí.”
Jesús vino a este mundo para hacer la voluntad de Dios. ¿Cuál es esa voluntad?
En Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Jesús vino para traer la vida eterna a los hombres, la cual habían perdido en la caída.
Jesucristo es ese verbo que existió desde el principio, que como dice el verso 14 de Juan 1 se hizo carne, es decir tomó un cuerpo para vivir entre nosotros.
Jesús es Dios hecho carne y viviendo entre nosotros con un plan y un propósito definido.
1. Profecías Acerca de Jesús
En el Libro de los Hechos vemos que los Apóstoles apelaron a dos hechos fundamentales para demostrar que Jesús era el Mesías, la resurrección de Jesús y las profecías del Antiguo Testamento.
Es interesante ver que desde el mismo principio de la Biblia se encuentran referencia acerca del Salvador que vendría al mundo.
Hay más de 300 profecías en el Antiguo Testamento acerca de Jesús, y la exactitud de algunas es realmente asombrosa, veamos algunas de ella para demostrar que Jesús es el Mesías o Salvador del mundo.
La primera de todas se encuentra en Génesis 3:14-15: “Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.”
Aquí vemos varias cosas, en primer lugar la enemistad que siempre ha existido entre Satanás y los hombres. Nos habla de la simiente de la mujer, es decir de Jesús, quien no nacería de forma natural, sino por medio de una virgen, y finalmente la victoria que tendría la simiente de la mujer sobre la simiente de la serpiente. La victoria de Jesús sobre Satanás a través de su muerte en la cruz (este te herirá en la cabeza y tu le herirás en el calcañar).
Otra profecía impactante se encuentra en Isaías 7:14, donde habla acerca del nacimiento virginal de Jesús: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.”
Esta profecía tiene su cumplimiento en Mateo 1:18-25: “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.”
María se encontraba encinta y José, decidió separarse de ella porque pensó que le había sido infiel. Pero un ángel se le apareció y le dijo que había concebido del Espíritu Santo y que el niño que iba a nacer era el Mesías.
Mateo interpreta que este hecho fue el cumplimiento de la profecía de Isaías.
Otra promesa interesante en cuanto al nacimiento de Jesús es que Miqueas predijo el lugar de su nacimiento: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” (Miqueas 5:2).
El cumplimiento de esto se ve en Lucas 2:1-7: “Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.”
Es interesante ver que José y María vivían en Nazaret, que quedaba al norte de Israel, pero tuvo que haber un censo para que ellos viajasen a Belén, que era el lugar dispuesto por las Escrituras para que nazca el Mesías.
Otra cosa acerca de esta profecía es que la gente de Israel conocía el lugar donde iba a nacer el Mesías. En Mateo 2:1-6 dice: Una serie de profecías nos muestran el linaje de donde vendría el Mesías:
a. Jesús como simiente de Abraham (Génesis 22:18), su cumplimiento lo vemos en Mateo 1:1 y Gálatas 3:16.
b. Hijo de Isaac (Génesis 21:12) su cumplimiento lo vemos en Lucas 3:23-24.
c. Hijo de Jacob (Números 24:17), su cumplimiento lo vemos en Lucas 3:23-24.
d. Hijo de Judá (Génesis 49:10) su cumplimiento está en Lucas 3:23, 33.
e. Descendiente de Isaí (Isaías 11:1), su cumplimiento está en Lucas 3:23, 32.
f. Hijo de David (Jeremías 23:5), su cumplimiento está en Lucas 3:23, 31; además podemos ver varias veces en los evangelios que la gente llamaba a Jesús: hijo de David.
Aquí vemos una línea recta desde Abraham viendo de que familia y linaje provendría Jesús.
Como estas hay muchas profecías que trata de su vida, ministerio, muerte y resurrección, lo cual nos da plena convicción de que Jesús es el Hijo de Dios.
2. Nacimiento de Jesús
Los eventos de su la concepción y nacimiento de Jesús son una prueba de su carácter divino.
Ya hemos visto algunas profecías acerca de su nacimiento virginal y el lugar donde nació, pero veamos otros acontecimientos.
En Lucas 1:26-37 vemos el anunció del nacimiento de Jesús: “Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Y he aquí tu parienta Elisabet ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.”
Aquí vemos varias cosas.
En primer lugar, Dios envió al ángel Gabriel para darle un anuncio a una joven mujer que seria madre del Mesías.
En segundo lugar, la mujer que iba a tener el hijo era una mujer virgen y el niño iba ha ser concebido sin la ayuda de un hombre.
En tercer lugar, el hijo iba ha ser concebido por obra del Espíritu Santo e iba ha ser llamado Hijo de Dios.
Vemos que el nacimiento de Jesús iba ser totalmente diferente a cualquier otro que hubiera existido.
En Mateo 1:18-21 vemos que un ángel se le apareció a José para hablarle de este nacimiento: “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”
José estaba preocupado porque pensaba que María estaba encinta como consecuencia de una infidelidad.
Pero el ángel le dijo dos cosas:
El hijo que iba a nacer era engendrado del Espíritu Santo.
Y además que debía llamarlo Jesús, porque su misión en este mundo era salvar al mundo de sus pecados.
Otro acontecimiento importante es la visita de los reyes del oriente.
“Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador, que apacentará a mi pueblo Israel. Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra” (Mateo 2:1-11).
Aquí hay otro acontecimiento sobrenatural; los reyes del oriente llegando hasta el niño por haber visto su estrella.
Es probable que ellos habían leído las Escrituras y sabían que era el tiempo del nacimiento del Mesías, al cual llaman el rey de los judíos.
Al consultar en Jerusalén acerca de el lugar de su nacimiento, las sacerdotes le dicen que iba a nacer en Belén, tal como había sido profetizado por Miqueas, como ya vimos antes.
Ellos siguieron su camino y llegaron hasta el lugar mismo donde estaba Jesús, guiados por una estrella.
Otro acontecimiento sobrenatural fue lo que le pasó a los pastores de Belén: “Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho” (Lucas 2:8-20).
Aquí los pastores recibieron un mensaje de un ángel, que había nacido el salvador del mundo.
Luego un coro de ángeles les dice que la gracia de Dios había traído al salvador del mundo, que venía un cambio, el favor inmerecido de Dios estaba disponible a todos los hombres por medio de Jesús.
Un último acontecimiento fue lo que sucedió en la presentación de Jesús al templo en Lucas 2:21-37: “Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre JESÚS, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido. Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor), y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos. Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel. Y José y su madre estaban maravillados de todo lo que se decía de él. Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones. Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.”
Aquí hay dos ancianos que dan testimonio de que Jesús es el Mesías que iba a venir al mundo.
Es interesante la profecía de Simeón, quien no era un profeta, sino un hombre justo, y quien había recibido por revelación que antes de morir vería al Mesías. Él reconoció que Jesús era el Mesías.
Su profecía es muy poderosa pues no solo nos habla del ministerio de Jesús, sino de que también alcanzaría a los gentiles. Además nos dice de la forma de su muerte y que iba a ser atravesado por una espada.
Además vemos el testimonio de la profetisa Ana, quien tenía mas de 100 años, quien daba testimonio de Jesús a todos los que esperaban la venida del Mesías.
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