Capítulo 3
Las Armas de Nuestra Milicia
2 Corintios 10:3-5
3 Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;
4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
5 derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
Para poder hacer la gran comisión Dios nos ha dado una serie de armas espirituales que nos ayudarán a cumplir con nuestra labor. No podemos decir que no podemos, porque no es solo nuestro esfuerzo sino que trabajamos juntamente con Dios.
Veamos nuestras armas:
(1) La Palabra de Dios
Isaías 55:10-11
10 Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,
11 así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
Le Palabra de Dios siempre hace aquello para lo cual ha sido enviada por Dios; si estamos saliendo a predicar el evangelio, ese será el fruto que tendremos.
Hebreos 4:12
12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Esta es el arma más poderosa que tenemos, la Palabra de Dios que como espada de doble filo llega al fondo del corazón del incrédulo. Por eso, cuando la predicamos esta hace lo que quiere y logra que la persona que nos escucha pueda nacer de nuevo.
Yo fui una persona tranquila antes de recibir al Señor, no tengo uno de esos testimonios escalofriantes que tienen otros, como les digo siempre: “Yo jugaba ajedrez”.
Así que para testificar no puedo hacer uso de mi “testimonio” así que solo me queda la Palabra de Dios, y al compartirla, ¡sí que da fruto!
En estos años he visto literalmente miles de personas convertirse por escuchar la Palabra de Dios predicada persona a persona ya que la Palabra siempre trae fruto cuando es testificada a otros.
Por eso, no importa que no tengas un gran “testimonio”, siempre tienes la poderosa Palabra de Dios.
(2) Tenemos la Unción en Nosotros
1 Juan 2:20, 27
20 Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas.
27 Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.
Cada creyente ha sido ungido por Dios; esa unción que tenemos en nosotros es la presencia de Cristo en nosotros a través del Espíritu Santo en nuestro interior.
La unción es el poder de Dios que nos capacita para hacer lo que no podemos hacer; y nosotros tenemos la unción, así que estamos capacitados para predicar el evangelio.
Como dice en 1 Juan 4:4: "El mayor vive en nosotros"; por eso cuando predicamos no lo hacemos solos sino que con la ayuda de la unción en nuestro interior.
Me ha pasado muchas veces que al compartir la unción estaba conmigo ayudándome a testificar aún cosas que no sabía y alcanzando la gente más “dura.”
(3) El Espíritu Santo convenciendo al mundo de pecado
La gente del mundo ya está bajo convicción.
Juan 16:7-11
7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.
8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
9 De pecado, por cuanto no creen en mí;
10 de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más;
11 y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.
La Traducción en Lenguaje Actual pone el verso 8 así: “Cuando el Espíritu venga, hará que los de este mundo se den cuenta de que no creer en mí es pecado.”
Aquí vemos como es que el Espíritu Santo convence al mundo de su pecado, que es en esencia el no creer en Jesús.
Nunca olvidaré el día que fui a visitar al alcalde de Talara, al entrar a su oficina el hombre cayó de rodillas clamando a Dios, la convicción del Espíritu lo había tocado.
(4) El Poder de Dios para Testificar
Hechos 1:4-9
4 Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.
5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.
6 Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?
7 Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;
8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
9 Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.
Cuando vamos a viajar, las últimas palabras que decimos son las más importantes; igualmente Jesús se dejó lo más importante para el final.
Cuando recibimos el bautismo con el Espíritu Santo recibimos el poder de Dios para testificar; esto es una gran verdad.
Conocí al Señor en 1979, a los 17 años, en mi primer mes y medio de creyente gane solo a una persona para el Señor, pero algo pasó cuando recibí el bautismo con el Espíritu Santo, ¡de pronto le estaba testificando a todo el mundo!
Dos meses y medio después estaba en una reunión de discipulado, con nuestro líder y sus otros tres discípulos; el tema des ese día es a cuantos habíamos ganado para el Señor.
Le preguntaron al primero, que tenía ya dos años con el Señor, y respondió que todavía a ninguno. Le preguntaron al segundo, que tenía año y dos meses, y él contestó con gozo, he ganado a dos. Le preguntaron al tercero y dijo que había ganado a uno y medio; ¿qué? Nos dijo que uno estaba medio convertido. Al final me preguntaron a mí, que era el recién convertido con solo cuatro meses en el Señor; y les dije que había alcanzado a 25; ¡se molestaron conmigo!
Lo que había pasado es que yo había sido bautizado con el Espíritu Santo y ellos no.
(5) Las Señales que nos Acompañan
Marcos 16:17-18
17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;
18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
La palabra señal es la griega semeíon; que significa un hecho sobrenatural; un milagro, una señal, un signo.
La palabra seguirán es traducida como acompañarán en muchas otras versiones, y creo que es una traducción más adecuada ya que las señales son parte de nuestro equipo para testificar.
Nuestro evangelio es un evangelio de poder así que aprovechemos y usemos estas señales milagrosas que Dios nos dio para alcanzar al mundo.
Hace años estaba saliendo del grupo de jóvenes cuando vimos en la plazuela del Parque Kennedy (que hoy es la plaza de los hippies), un Miraflores, a un grupo de personas que predicaban la fe B’ahai, me molestó tanto que les dije a mis amigos que vayamos e impidamos que siguen dando su mensaje, así que osadamente fui y le quite el micrófono al que estaba hablando mientras los demás jóvenes le predicaban a la gente.
Al final le dije al que dirigía el grupo, que era del medio oriente, que mi amigo iba a hablar en lenguas en su idioma, así que cuando empezó hacerlo el hombre se puso pálido y mudo, no dijo ni una palabra más. Más tarde su compañero nos dijo que le había estado hablando las maravillas de Dios en su idioma en su idioma.
Tenemos las señales que nos acompañan y ayudan a la hora de testificar a otros; así que aprovechemos en usarlas.
(6) Los Dones del Espíritu Santo
1 Corintios 12:7-11
7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.
8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;
9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu.
10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.
11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.
Esta es otra gran arma que tenemos a la hora de llevar el evangelio a otras personas, los dones del Espíritu Santo.
Estos dones no son nuestros sino del Espíritu y operan cuando Él quiere para nuestro beneficio y el de las personas que nos rodean.
Nosotros solo somos canales de bendición a través del cual el Espíritu Santo puede alcanzar a otros con estos dones.
Cuantas veces he visto la operación de estos dones para ayudar a otra persona a recibir a Jesús.
A veces sabiendo el problema a través de los dones de palabra de conocimiento o de palabra de sabiduría. Otras veces ayudando a que sea sanado por los dones de sanidades, o con una palabra inspirada a través del don de profecía.
Tantas veces los dones del Espíritu me han ayudado y siguen ayudando para alcanzar a otros.
Tomemos provecho de ellos a la hora de testificar.
(7) Jesucristo Predica Junto con Nosotros
Marcos 16.20
20 Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén.
Esta es una de las verdades más maravillosas, cuando predicamos, Jesús está a nuestro lado predicando con nosotros.
La palabra ayudar es el término griego sunergeo que significa: “ayudar en el trabajo, cooperar.”
Al salir a predicar Jesús está con nosotros ayudando en el trabajo y cooperando con nosotros.
La Biblia en Lenguaje sencillo lo coloca así: “Y los discípulos, por su parte, salieron a anunciar por todas partes las buenas noticias del reino. El Señor Jesús los acompañaba y los ayudaba por medio de señales, y así Dios demostraba que los discípulos predicaban el mensaje verdadero.”
Jesús trabaja con nosotros cuando predicamos el evangelio así que prediquemos con entera confianza sabiendo que no estamos solos.
Como conclusión podemos decir que teniendo estas poderosas armas vayamos y alcanzamos al mundo sabiendo que no estamos solos sino que tenemos el respaldo de Dios para cumplir esta Gran Comisión.
Ricardo Botto
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