viernes, 8 de octubre de 2021

Doctrinas Bíblicas 13 - Doctrina del Ministerio Presente de Jesucristo


Clase 13
Doctrina del Ministerio Presente de Jesucristo

Jesús no ha parado su obra a favor nuestro; hay cuatro cosas principales que esta haciendo hoy por nosotros.

Jesús es Nuestro Sumo Sacerdote

En Hebreos 3:1 dice: “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús.”

Es interesante notar que la palabra traducida como confesión es homologeo, que se traduce en otros lugares como confesión.

Jesucristo es el Sumo Sacerdote de nuestra confesión, es decir, es quien se encarga de que las cosas que hablamos ocurran en nuestras vidas.

¿Qué está haciendo Jesús por nosotros en su ministerio como Sumo Sacerdote?

En primer lugar, como nos dice este pasaje el entregó su sangre para nuestra redención.

En Juan 20:11,15-17 dice: “Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro; Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?  Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré. Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.”

Esta primera ascensión no era para sentarse a la diestra del Padre. El propósito que tenía era presentar su sangre en el Lugar Santísimo Celestial, como sacrificio eterno por nuestros pecados.

Como dijo Juan el Bautista (Juan 1:29), Jesucristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

En Hebreos 2:14-17 dice: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos las que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.

Jesucristo, como nuestro Sumo Sacerdote, se identificó con nosotros; El se hizo hombre, para poder entregar su vida por nosotros.

En Hebreos 9:11,12 dice: “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.”

Bajo el Antiguo Pacto, se sacrificaba cada año un cordero por los pecados de todo el pueblo. Esta sangre cubría el pecado del pueblo durante un año, al cabo del cual, se volvía ha hacer un nuevo sacrificio. 

Sin embargo Jesucristo fue el sacrificio perfecto por nuestros pecado, pues, con un solo sacrificio el obtuvo eterna redención por nosotros.

En Hebreos 9:24-28 dice: “Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. Y de la manera que está establecido que los hombres mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.

En este pasaje vemos dos cosas importantes.

Lo primero que vemos es que Jesús trató con el problema del pecado, no de los pecados, sino del pecado; es decir, la naturaleza del hombre. En 2 Corintios 5:21 dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”

Jesús se hizo pecado por nosotros para que nuestra naturaleza fuese cambiada. Ya no tenemos una naturaleza de pecado sino una naturaleza de justicia.

Lo segundo que vemos es que su sacrificio por el pecado fue hecho una sola vez y para siempre. Eso significa que ya no habrá otro sacrificio por nuestro pecado, ese fue el único y último. 

Es decir,  la obra de la redención está completa, ya no hay más sacrificio por el pecado, no necesitamos nada más que la sangre de Jesús.

Jesús nuestro sumo sacerdote, con un solo sacrificio completo la obra de nuestra redención.


Jesús es Nuestro Intercesor

Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:14-16).

Otro ministerio que Jesús tiene hoy es el de Intercesor. El es el Sumo Sacerdote mediador entre Dios y el hombre; ningún hombre puede llegar al Padre sino por medio de Cristo.

En Romanos 8:34 dice: “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.”

Debemos darnos cuenta que Cristo, quien esta a la diestra de Dios es el que intercede por nosotros.

En Hebreos 7:25 dice: “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, VIVIENDO SIEMPRE PARA INTERCEDER POR ELLOS.

Vemos que Jesús en su ministerio intercesor está viviendo para interceder por nosotros. 

En 1 Timoteo 2:5 dice: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.”

Un intercesor es un mediador, es decir alguien que está al medio.

Jesús está al medio entre nosotros y Dios. El está a la diestra de Dios presentando nuestra causa, y ante nosotros presentando la causa de Dios.

Jesús es Nuestro Abogado

En 1 Juan 1:9-2:2 dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestro pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.

Este es el ministerio de Jesús que trata con el perdón de pecados.

Cuando cometemos un pecado, Dios ya ha provisto el perdón para nuestros pecados pasados, presentes y futuros, solo vamos y le decimos a Dios lo que hemos hecho, y confesamos o decimos lo mismo que dice la Biblia, que por la obra de Jesús ya hemos sido perdonados completamente, 

Jesús como nuestro abogado se encarga de defendernos, recordando al Padre que nuestros pecados fueron perdonados en la cruz. Por otro lado, cuando el diablo intenta acusarnos ante Dios; Jesús presenta nuestra defensa ante Dios, y su ataque queda sin efecto.

En mis primeros años de creyente, había una canción que cantábamos: “Yo tengo un abogado que mucho me ama, el nunca pierde un caso, todo los gana, el se llama Cristo.

Ese es nuestro abogado, Jesús. Ya que Jesús está defendiéndonos en el cielo, no debemos creer las mentiras que el diablo trae a nuestra vida.

Una de sus mentiras favoritas es decirnos que Dios no nos va ha perdonar por haberle fallado.

Conocí un joven en 1980 que había conocido al Señor, su cambio fue tan radical, que a la semana siguiente de su conversión mas de cien jóvenes de su promoción del colegio empezaron a ir al grupo de jóvenes y le entregaron su vida al Señor.

Sin embargo, dos semanas después cometió un pecado, y el diablo le empezó a decir que Dios nunca lo iba a perdonar. El creyó esa mentira, y nunca pudo recuperarse. Se alejó del Señor.

No se dio cuenta de que tenía un abogado que podía presentarle su caso a Dios.

Dios es un Dios que nos ama y perdona nuestros pecados, y no solo eso, sino que también los olvida.

En Miqueas 7:18-19 dice: “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.

El mundo dice: “Yo perdono pero no olvido.” Pero Dios es totalmente diferente. Cuando Dios perdona, Él olvida.

En Hebreos 10:16-17 vemos más de esto: “Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.

Aquí volvemos a ver que Dios no se acuerda de los pecados que perdona.

Somos nosotros los que no nos perdonamos cuando hacemos algo incorrecto. Cometemos un pecado, le pedimos perdón a Dios, Ero Dios ya nos perdonó y olvidó por la obra de nuestro abogado en la cruz, pero nosotros no lo sacamos de la mente, y estamos pensando una y otra vez en ello; y como resultado volvemos a pecar, y entramos en un círculo vicioso, no podemos ser libres.

A eso lo llamamos "consciencia de pecado", no debemos vivir con esa consciencia de pecado, sino con una consciencia de justicia, que debido a la obra de nuestro abogado en la cruz hemos sido declarados inocentes y hechos justos.

Es tiempo de ponerle un alto a esa actitud; debemos darnos cuenta que debido a que Dios ya nos perdonó en Cristo, somos libres del pecado. 

Hermano, ¡tu ya eres libre!

Otra cosa que debemos de hacer, es no escuchar las palabras de condenación que algunos hermanos traen sobre otros.

Aunque Dios nos perdonó muchas veces las personas no lo hacen; y están listos para condenarnos y acusarnos a la menor oportunidad.

En Gálatas 6:1 dice: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tu también seas tentado.”

Una vez compartiendo con un hermano que tenía cuatro meses de creyente, me contó que un creyente con varios años en el Señor, lo estaba condenando porque aún no había dominado su lenguaje.

Es cierto que debemos cuidar nuestra forma de hablar, pero no podemos esperar que un creyente nuevo, sea perfecto. Debemos tener paciencia y esperar que madure. 

En lugar de condenar a los hermanos debemos restaurarlos en espíritu de mansedumbre.

Como hemos visto, Jesús es nuestro abogado, en la cruz él presentó nuestro caso a Dios, y Dios nos perdonó de nuestros pecados presentes, pasados y futuros. Y luego de perdonarnos Dios olvidó lo que hicimos.

Así que, deja de condenarte y empieza a caminar en la dimensión de su perdón.


Jesús es mi Pastor

En Juan 10:11-16 Jesús dijo: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas.  Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por mis ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.

En este pasaje Jesús se revela como el buen pastor. Él dio su vida por las ovejas en la cruz. Él murió para que nosotros pudiésemos tener vida.

Además es quien nos protege del ataque del diablo. Nos ha dado su nombre, su autoridad y todas las armas espirituales para detener el ataque del diablo en contra nuestra y poder alcanzar la victoria.

Jesús nos conoce y nosotros también le conocemos, por eso es que podemos ser pastoreados por El.

Como dice la primera canción que aprendí con la guitarra: “Jesús me pastorea, yo voy con él por siempre. Siempre, siempre, yo voy con él por siempre.”

Otra cosa para resaltar es que el unió a dos rebaños, a los judíos y a los gentiles, para hacer uno solo, la iglesia.

Por último, el nos guía, haciéndonos oír su voz a través de Su Palabra y Su Espíritu.

En el Salmo 23 podemos ver mas acerca de su ministerio como pastor: “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.”

Jehová es mi pastor, nada me faltará

Esto significa satisfacción plena. No tendremos necesidad de nada, porque lo tenemos todo. Es Dios supliendo todas nuestras necesidades. 

En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará

Esto nos habla de una vida de comunión intima con Él; lo cual trae paz a nuestras vidas.

Confortará mi alma; me guiara por sendas de justicia por amos de su nombre

Esto nos habla del ministerio del Espíritu Santo, como nuestro Consolador y como nuestro Guía.

Aunque ande en sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento

Jesús dijo en Mateo 28:20: “... he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”

No debemos temer el ataque del enemigo, Jesús esta con nosotros; además nos a dado todas las armas que necesitamos para tener victoria sobre el enemigo.

Aderezas mesa delante de mi en presencia de mis angustiadores

Esta mesa es la Palabra de Dios. Cada vez que viene un angustiador tenemos una serie de pasajes de la Biblia que nos proveen la victoria sobre el.

Si viene un angustiador de enfermedad, tu tomas un plato de sanidad y le dices: No puedes hacerme nada porque soy sano por las llagas de Jesús; Él mismo tomó mis enfermedades  y  dolencias  (Isaías 53:4-5; Mateo 8:17; 1 Pedro 2:24).

Si viene un angustiador de pobreza, tomas un plato de prosperidad y le dices: Mi Dios suple todas mis necesidades de acuerdo a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús, Él me ha dado todas las cosas en abundancia para que las disfrute (Filipenses 4:19, 1 Timoteo 6:17).

Si viene un angustiador diciéndote que no eres salvo tomas tu plato de salvación y le dices: Dios me dio Su Palabra para que sepa que tengo vida eterna y crea en el nombre de Jesús (1 Juan 5:13).

No importa cual sea el angustiador que venga para atacarte, tu tienes un plato de la Palabra de Dios para cualquier tipo de ataque.

Unges mi cabeza con aceite; mi copa esta rebosando

Esto nos habla del bautismo del Espíritu, y de vivir siendo continuamente lleno del Espíritu.

Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida

Cada día de nuestra vida nos seguirá el bien. No dice que nos seguirán las cosas malas, la enfermedad, o la  pobreza, o la muerte. Todo lo contrario, Dios es un buen Dios, y como buen Dios nos da cosas buenas .

Además nos seguirá su misericordia, si le fallamos y pecamos, siempre está disponible su misericordia para que seamos perdonados.

Y en la casa de Jehová moraré por largos días

Es decir, al final de nuestras vidas, tenemos la seguridad que iremos al cielo; por el hecho de haber recibido a Jesús en nuestros corazones.

Realmente tenemos el mejor pastor que existe.

Estas son las cosas que Jesús está haciendo hoy por nosotros a la diestra de Dios.

 


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